Día 10.
Marrakech - Essaouira
Nos hemos levantado temprano para ir a la estación de autobuses. 15 minutos antes de las 9 h estábamos entrando, y para nuestra sorpresa, el tipo que nos vendió el día anterior los billetes está en la puerta esperándonos, nos acompaña al autobús y se despide, vaya... parece que la cosa marcha.
Marrakech - Essaouira
Nos hemos levantado temprano para ir a la estación de autobuses. 15 minutos antes de las 9 h estábamos entrando, y para nuestra sorpresa, el tipo que nos vendió el día anterior los billetes está en la puerta esperándonos, nos acompaña al autobús y se despide, vaya... parece que la cosa marcha.
El viaje: una odisea aunque un 5 estrellas comparado con la vuelta, al menos esta vez el autobús era cómodo y con aire acondicionado. 3 horas tardamos en hacer los 150Kms y la carretera era buena, pero ir adelantando burros, bicis, camiones cargados hasta el infinito a 10 km/h relentizaba mucho la marcha, esencia pura de Marruecos que se perderá en un par de años cuando terminen las obras de la autopista. Además de las 1.000 paradas que hacía el Bus, cualquier persona se puede poner en la carretera levantar la mano y el autobús para, bueno a veces no para, baja mucho la velocidad, se baja el revisor, coge del brazo al cliente y ambos corren para subirse al autobús en marcha, muy curioso.
El paisaje árido, plano y seco, sólo destacar un pueblo (no recuerdo el nombre) donde paramos y que estaba en fiestas. Cientos de puestos en una especie de mercado muy curioso, además desde el autobús pudimos ver esa representación tan tradicional de los Bereberes montados a caballos, galopando hasta el final de una pista y disparando al aire una especie de trabuco.
Pero al fin llegamos, y nada más llegar comienza la odisea de nuestra vuelta. Preguntamos en todas las compañías y sólo la de la ventanilla más cutre, pero cutre a más no poder, tiene billete de vuelta, billete que hay que comprara 30 minutos antes de la salida, así que calculamos la hora de regreso y comenzamos nuestra visita al pueblo pesquero.
A pesar de todo el viaje, mereció mucho la pena, aquí estábamos a 10 grados menos que en Marrakech y se podía pasear tranquilamente sin morirte de calor. Essaouira tiene una playa espectacular, nada que envidiar a las nuestras y un casco histórico muy bonito, una pequeña ciudad amurallada, de callejones estrechos que dan al mar, calles llenas de tiendas y restaurantes. Me recordaba cuando el año anterior estuvimos en Asila (norte de Marruecos), bueno la verdad es que Asila es más bonito y está mucho mejor conservado, pero el poder pasear tranquilo a pesar de estar las calles llenas de personas, el estar inmerso en el mundo marroquí y parecer que pasas desapercibido, hace de esta sin duda una de las mejores visitas.
El puerto está lleno de restaurante con pescado y marisco muy fresco, vamos vivo. Tu te acercas al mostrador lo eliges lo que deseas comer, te lo pesan, regateas un poco el precio y ala a comer, exquisito y para terminar un té y pasteles en una pastelería muy curiosa, una especie de café con una minibiblioteca con libros en muchos idiomas, donde te podías sentar a leer o a conectarte a Internet, con un propietario muy simpático que nos atendió perfectamente. Una pena que nos tuviésemos que ir, porque es de esos sitios en los que me llevaría una semana.
Y aquí comienza la auténtica odisea de la vuelta, a las 16:30 h llegamos a la parada de autobuses y la ventanilla dónde compra los billetes está atestada de gente, empujándose y dando voces, como las imágenes que salen de la bolsa de Nueva York, el tipo de la ventanilla ni se inmutaba, deba un billete, se encendía un cigarro, hablaba con el del lado, sorbía su té... tranquilidad mucha tranquilidad. En lugar de acojonarme, a codazos llego a la ventanilla, delante mía unas argentinas que se negaban a pagar 50 Dirhams (4€, más barato que nos salió a nosotros) por el billete e insultaban a tipo (menos mal que no las entendía porque le decían auténticas barbaridades, la concha de tu madre, hijo de p** que sólo te pago 40 D), el hombre ni cambiada el semblante tranquilo… más o menos decía en inglés Aire Acondicionado 50D... así que me adelanté me quedo con los 2 tickets.
Cuando salgo de ese caos, viene la segunda pregunta donde se coge el autobús? Conocemos a un chico mejicano, de esos que viajan sólos a la aventura, que pregunta a un guarda y medio entendemos que el autobús no ha llegado, que esperemos mirando a la entrada de los andenes, que es de color creo que dijo azul. 30 minutos esperando, cada vez que entraba un autobús una nube de gente corría hacia él, los que iban a coger el bus, maleteros, gente para vender de todo a los recién llegados, un caos y cuando llegó el nuestro la apoteosis, el autobús no era azul, de esos megaantiguos con vaca, que salen en las películas de Paco Martínez Soria, y el aire acondicionado que vendía el hombre??, si tenía 45 plazas corrimos 100 personas para entrar, Marga y yo cogemos sitio, pero el mejicano se queda en el pasillo a reventar de gente dando voces. Después de 5 minutos de empujones, alguien entra dando voces y se bajan todos los del pasillo y alguno que está sentado lo que aprovecha nuestro nuevo colega para sentarse… ni idea que pasó, pero al fin y con casi 1h de retraso empezamos el camino de vuelta.
Pero esto no es todo, tras parar en el pueblo que comenté en el viaje de ida, la gente se sienta arrancamos y una fila delante de la nuestra empieza una pelea (menos mal que verbal) entre un joven y un señor mayor, 90 minutos donde todo el mundo a nuestro alrededor hablaba en voz alta, como si diesen su opinión, una discusión entre todos, unos gritaban, otros se exaltaban, otros se descojonaban, el mejicano y nosotros nos partíamos, menos cuando se tensaba la cosa que agachábamos la cabeza no fueran a decir, los infieles tienen la culpa.
El momento más tenso que casi llega a las manos fue cuando el joven casi se engancha con otro que parecía el revisor, lo tuvieron que separar y ya en Marraquesh, el revisor se bajó poco antes de la estación y el joven y dos tipos más salieron detrás y lo montaron en el bus. A la llegada se bajaron y seguía la discusión, parece que llamaron a la policía. Y en todo esto el conductor ni se inmutó, a su rollo, menos mal porque sino no llegamos. Ni idea que pasó pero fue surrealista.
Ya en Marrakech nueva vuelta por el zoco donde intentamos adentrarnos en lo más recóndito, el laberinto y el entorno es muy bonito, además de algunos puestos espectaculares, pero poco más así que sin más, ponemos rumbo a nuestro último destino, una cena en la famosa plaza de Jemaa el Fna. Cómo vimos el primer día el ambiente es increíble y cenar en uno de los quioscos es una experiencia, pero no esperéis nada del otro mundo, mucha fritanga, eso sí a muy buen precio , y como colofón un té en una de las terracitas desde la que mejor se pude disfrutar del ambiente de la plaza. Curioso, había que pagar antes de entrar.
http://www.youtube.com/watch?v=fqbZfyB0bTo
El día siguiente la vuelta sin ningún incidente, bueno sólo uno, cuando desembalé la bici en Sevilla el disco de frenos estaba doblado, gajes del oficio.
El resumen es complicado, ¿¿cómo resumir tantas páginas en un párrafo? Tuve la sensación de que fue el mejor viaje que había hecho, pero la verdad que esa sensación la tengo casi siempre. Sin duda es una grandísima experiencia, el convivir con otra cultura, el despojarse de los prejuicios. Para nosotros supuso una lección de humildad, una lección de respeto mutuo. Creo que más de uno debería venir aquí una temporadita y ver de verdad lo que es la Marruecos profunda, te darías cuenta que lo injusta que es la vida y que nosotros, los privilegiados, debemos ayudar y no aislar. No sé si lo he dicho antes, pero mis hijos conocerán que existe este mundo, eso les enseñará a ser más humildes, más tolerantes y más solidarios, en resumen mejores persona.
El paisaje árido, plano y seco, sólo destacar un pueblo (no recuerdo el nombre) donde paramos y que estaba en fiestas. Cientos de puestos en una especie de mercado muy curioso, además desde el autobús pudimos ver esa representación tan tradicional de los Bereberes montados a caballos, galopando hasta el final de una pista y disparando al aire una especie de trabuco.
Pero al fin llegamos, y nada más llegar comienza la odisea de nuestra vuelta. Preguntamos en todas las compañías y sólo la de la ventanilla más cutre, pero cutre a más no poder, tiene billete de vuelta, billete que hay que comprara 30 minutos antes de la salida, así que calculamos la hora de regreso y comenzamos nuestra visita al pueblo pesquero.
A pesar de todo el viaje, mereció mucho la pena, aquí estábamos a 10 grados menos que en Marrakech y se podía pasear tranquilamente sin morirte de calor. Essaouira tiene una playa espectacular, nada que envidiar a las nuestras y un casco histórico muy bonito, una pequeña ciudad amurallada, de callejones estrechos que dan al mar, calles llenas de tiendas y restaurantes. Me recordaba cuando el año anterior estuvimos en Asila (norte de Marruecos), bueno la verdad es que Asila es más bonito y está mucho mejor conservado, pero el poder pasear tranquilo a pesar de estar las calles llenas de personas, el estar inmerso en el mundo marroquí y parecer que pasas desapercibido, hace de esta sin duda una de las mejores visitas.
El puerto está lleno de restaurante con pescado y marisco muy fresco, vamos vivo. Tu te acercas al mostrador lo eliges lo que deseas comer, te lo pesan, regateas un poco el precio y ala a comer, exquisito y para terminar un té y pasteles en una pastelería muy curiosa, una especie de café con una minibiblioteca con libros en muchos idiomas, donde te podías sentar a leer o a conectarte a Internet, con un propietario muy simpático que nos atendió perfectamente. Una pena que nos tuviésemos que ir, porque es de esos sitios en los que me llevaría una semana.
Y aquí comienza la auténtica odisea de la vuelta, a las 16:30 h llegamos a la parada de autobuses y la ventanilla dónde compra los billetes está atestada de gente, empujándose y dando voces, como las imágenes que salen de la bolsa de Nueva York, el tipo de la ventanilla ni se inmutaba, deba un billete, se encendía un cigarro, hablaba con el del lado, sorbía su té... tranquilidad mucha tranquilidad. En lugar de acojonarme, a codazos llego a la ventanilla, delante mía unas argentinas que se negaban a pagar 50 Dirhams (4€, más barato que nos salió a nosotros) por el billete e insultaban a tipo (menos mal que no las entendía porque le decían auténticas barbaridades, la concha de tu madre, hijo de p** que sólo te pago 40 D), el hombre ni cambiada el semblante tranquilo… más o menos decía en inglés Aire Acondicionado 50D... así que me adelanté me quedo con los 2 tickets.
Cuando salgo de ese caos, viene la segunda pregunta donde se coge el autobús? Conocemos a un chico mejicano, de esos que viajan sólos a la aventura, que pregunta a un guarda y medio entendemos que el autobús no ha llegado, que esperemos mirando a la entrada de los andenes, que es de color creo que dijo azul. 30 minutos esperando, cada vez que entraba un autobús una nube de gente corría hacia él, los que iban a coger el bus, maleteros, gente para vender de todo a los recién llegados, un caos y cuando llegó el nuestro la apoteosis, el autobús no era azul, de esos megaantiguos con vaca, que salen en las películas de Paco Martínez Soria, y el aire acondicionado que vendía el hombre??, si tenía 45 plazas corrimos 100 personas para entrar, Marga y yo cogemos sitio, pero el mejicano se queda en el pasillo a reventar de gente dando voces. Después de 5 minutos de empujones, alguien entra dando voces y se bajan todos los del pasillo y alguno que está sentado lo que aprovecha nuestro nuevo colega para sentarse… ni idea que pasó, pero al fin y con casi 1h de retraso empezamos el camino de vuelta.
Pero esto no es todo, tras parar en el pueblo que comenté en el viaje de ida, la gente se sienta arrancamos y una fila delante de la nuestra empieza una pelea (menos mal que verbal) entre un joven y un señor mayor, 90 minutos donde todo el mundo a nuestro alrededor hablaba en voz alta, como si diesen su opinión, una discusión entre todos, unos gritaban, otros se exaltaban, otros se descojonaban, el mejicano y nosotros nos partíamos, menos cuando se tensaba la cosa que agachábamos la cabeza no fueran a decir, los infieles tienen la culpa.
El momento más tenso que casi llega a las manos fue cuando el joven casi se engancha con otro que parecía el revisor, lo tuvieron que separar y ya en Marraquesh, el revisor se bajó poco antes de la estación y el joven y dos tipos más salieron detrás y lo montaron en el bus. A la llegada se bajaron y seguía la discusión, parece que llamaron a la policía. Y en todo esto el conductor ni se inmutó, a su rollo, menos mal porque sino no llegamos. Ni idea que pasó pero fue surrealista.
Ya en Marrakech nueva vuelta por el zoco donde intentamos adentrarnos en lo más recóndito, el laberinto y el entorno es muy bonito, además de algunos puestos espectaculares, pero poco más así que sin más, ponemos rumbo a nuestro último destino, una cena en la famosa plaza de Jemaa el Fna. Cómo vimos el primer día el ambiente es increíble y cenar en uno de los quioscos es una experiencia, pero no esperéis nada del otro mundo, mucha fritanga, eso sí a muy buen precio , y como colofón un té en una de las terracitas desde la que mejor se pude disfrutar del ambiente de la plaza. Curioso, había que pagar antes de entrar.
http://www.youtube.com/watch?v=fqbZfyB0bTo
El día siguiente la vuelta sin ningún incidente, bueno sólo uno, cuando desembalé la bici en Sevilla el disco de frenos estaba doblado, gajes del oficio.
El resumen es complicado, ¿¿cómo resumir tantas páginas en un párrafo? Tuve la sensación de que fue el mejor viaje que había hecho, pero la verdad que esa sensación la tengo casi siempre. Sin duda es una grandísima experiencia, el convivir con otra cultura, el despojarse de los prejuicios. Para nosotros supuso una lección de humildad, una lección de respeto mutuo. Creo que más de uno debería venir aquí una temporadita y ver de verdad lo que es la Marruecos profunda, te darías cuenta que lo injusta que es la vida y que nosotros, los privilegiados, debemos ayudar y no aislar. No sé si lo he dicho antes, pero mis hijos conocerán que existe este mundo, eso les enseñará a ser más humildes, más tolerantes y más solidarios, en resumen mejores persona.